La puerta dorada es pop, cuando el pop es sutil y trascendente, bailable y ensoñador, y amalgama músicas populares de naturalezas distintas, incluso contrarias. Edu Requejo muestra en este primer álbum una fuerza y autoridad infrecuentes. Anteriormente lo hemos presentado como El brujo del ritmo, por su inteligencia y aptitud para combinar y secuenciar acentos y pausas en sus canciones de forma que impresionen nuestro ánimo, pero La puerta dorada revela que el hechizo de Edu se vale con igual destreza de melodías y armonías.
A partir de esa fecha, al escuchar las diez canciones que conforman La puerta dorada (doce en la cuidada edición en vinilo, que verá la luz algún tiempo después), no vas a poder contener la emoción intensa, desencadenarás un aluvión de extraordinarios adjetivos que, muy probablemente, no alcancen a describir las bondades de un disco mágico, milagroso, en el que Edu Requejo redefine los conceptos de música orgánica, música electrónica y concisión.